viernes, 1 de enero de 2010

Y van...

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Lamento haber estado tan distanciada. Estos dos últimos meses en el trabajo ha habido mucha locura, literalmente, el estrés me salía por los poros.
Pero aquí estoy de vuelta, lista para contar la próxima anécdota.
Y van…25, bah en realidad 31.
No, no son años, son aniversarios. ¿De qué? De casados, de novios de…llámenlos como quieran. Para ser más exactos, 25 de casados, 31 desde el primer día que comenzamos a pensar en la aventura de compartir nuestro tiempo.
Si, ya sé, a mí también me parece una eternidad. Alguien me preguntaba cómo hicimos. Sinceramente, no tengo idea. Construir el día a día me parece lo más fácil. Hay que considerar que mi marido lo hace sencillo, tal vez yo se lo hago simple a él también.
Por lo tanto decidimos que sería interesante festejarlo de algún modo. Viajar es lo que más nos gusta.
La cuestión es adónde. Lo discutimos en la sobremesa junto a nuestros tres hijos, ya bastante grandecitos como para incluirlos en la decisión, aunque no en el viaje. Surgieron lugares como: Atlantis en Nassau, un crucero por las Bahamas, Key West, San Diego en California, Costa Rica, Puerto Vallarta, etc. ¿Cuál es el común denominador? Agua, mar, piscina.
¡NO! ¡Basta ya! No quiero, me reúso totalmente a usar un traje de baño, es invierno caramba, no podemos disfrutar un poco del frio?
Y como a veces suelo irme a los extremos terminé proponiéndole que nos fuéramos al desierto. Ni mucho calor ni mucho frio, tiempo seco y soleado, por la noche fresquito. Una amiga me mandó fotos de la nevada en Nebraska, más de un metro de nieve. Le dije que me invitara, unos cuantos “hot flashes” y la derrito toda; si ya sé, estoy colaborando con el calentamiento global, o tal vez, la verdadera razón del calentamiento es el incremento en la población de mujeres en menopausia.
Finalmente el destino será Las Vegas. Y como dice el dicho: “Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”. Por lo tanto y después de obtener la aprobación general, comencé a buscar cómo hacer para irnos y no gastar tanto. No es que uno quiera ser “pichulero””tacaño” “amarrete””codito” o cualquier otro adjetivo que se les ocurra, pero porque no aprovechar las ofertas de fin de temporada. Creo ser la única a la que se le ha ocurrido que después de gastar dinero en los regalos de las Fiestas es una buena idea ir a la ciudad del juego a seguir gastando, pero al menos los precios son de baja temporada y conseguimos uno de los mejores hoteles por el precio de uno de dos estrellas, auto y pasaje con millas y otros “gangas” por ahí para disfrutar de algo distinto y en compañía del mejor hombre que Dios me haya podido mandar.
No es cuestión del lugar tampoco sino de cómo uno quiera pasarlo. Mi idea al menos esta vez, no era junto al mar, ni una piscina. Probablemente quería algo distinto, algo nuevo que aprender, algo distinto que apreciar, bellezas diferentes para compartir con la persona que me aguanta los caprichos, los “hot flashes”, los delirios, las ideas y los proyectos por los últimos 31 años.

martes, 29 de diciembre de 2009

Domingo

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Como cada mañana en los últimos cinco años, medio dormida y totalmente de memoria tomo la correa de mi perro y lo llevo a pasear. A veces lo dejo esperando al pobre mientras me visto porque tengo que salir inmediatamente después de desayunar. Sus ojitos me miran con desesperación, gira sobre sí mismo en tierna muestra de impaciencia, se sienta frente a la puerta sabiendo que si no lo hace no la abro y por lo tanto su contención se vería seriamente comprometida. Me arrastra hasta el poste más cercano, el problema es cuando ando con mis zapatos con tacos, parezco flamear por la velocidad.
Los domingos es algo distinto. No hay apuro, el pobre tiene que aguantarse un poco más, me lo imagino mordiéndose la lengua de ansiedad porque me despierte. Especialmente este domingo, cosa rara logre abrir mis ojos a la para nada normal nueve de la mañana.
Como de costumbre, me vestí con un par de shorts y una camiseta. No logré encontrar las sandalias así que sabiendo que el pobre perro no iba a aguantar mucho más y que no había llovido ni hacia frio, decidí salir descalza.
Nunca me peino los fines de semana sino hasta después del desayuno, por suerte el día anterior había ido a la peluquería y estaba bastante decente. Era tarde, generalmente cuando salgo todavía es de noche, el barrio está dormido, los únicos que me acompañan son los chicos de secundaria camino a la parada del micro que los lleva a la escuela. El día está precioso pienso, ni mucho calor ni mucha humedad. Sería buena idea ir a la playa, no, mejor me quedo limpiando. ¡Ja! ¡Qué divertido lo mío! Mientras seguía divagando en cuál iba a ser la actividad del día y con ganas de que el perro se apurara para poder ir a preparar el café, se acercó a mí un vecino que regresaba de su caminata dominical. Alto, muy alto, negro, “middle age” como diría Carrie Bradshow en Sex and the City.
―Siempre la veo paseando al perro (si es cierto, más de una vez nos hemos cruzado, literalmente, el va por la vereda de enfrente). Muchas veces va con zapatos altos.
No pude menos que sonreírme y mirar mis pies descalzos.
―Le queda mejor así, si, si.
―Sinceramente es mas cómodo― le dije mientras intentaba que el perro no lo mordiera.
―La mujer natural es más sexy, definitivamente “caliente”―dijo dándose vuelta con una amplia sonrisa y cruzando la calle.
Seguí paseando el perro sin entender bien como tomarlo, si como un cumplido y ponerme verdaderamente contenta de que alguien a mi edad todavía me diga que puedo ser “caliente” o como este debe estar solo y está desesperado.
No importa, me hizo sentir bien de cualquier modo, y decidí contárselo a mi marido. Medio dormido todavía, abrió el cajón de los cubiertos y tomó un cuchillo y con la típica actitud masculina de no me toquen lo que es mío, se dirigió a la puerta.
― ¿Dónde está ese atrevido?―dijo sin en realidad avanzar más allá de la mitad de la cocina.
Volví a sonreír, más aun a reírme ampliamente. Mi ego estaba en las nubes.

domingo, 29 de noviembre de 2009

La Gala

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Como cada año en el mes de Agosto, este ya empezamos mal, fue Noviembre, se realiza la Gala de la organización sin fines de lucro a la que con mucho orgullo pertenezco. El nombre es Mujeres Latinas Impulsando Mujeres Latinas (Mujeres Ladinas diría mi marido) muy largo para mi gusto, pero hay que respetar a las fundadoras que no tenían un pepino que hacer y comenzaron a reunirse para ver de qué manera podían ayudar a la comunidad en su tiempo libre. Eran profesionales en sus países de origen, acostumbradas a manejar su tiempo sabiamente, por qué no hacerlo aquí aunque más no fuera voluntariamente. Surgió la idea de ayudar a quienes llegaban sin la más pálida idea de cómo adecuarse a un sistema tan distinto. Todas hemos pasado de una u otra manera por la angustia de pensar cuál será el próximo paso y como enfrentarlo, como inscribir a mis hijos en la escuela, como ayudarlos con las tareas en un idioma distinto, como simplemente charlar con alguien en tu propio idioma.
Recuerdo mi amiga V que me dijo porque no nos uníamos al grupo o al menos íbamos a ver de qué se trataba. Ni loca, le dije, esas deben ser una manga de viejas aburridas que se reúnen a tomar té por la tarde porque no saben qué hacer con sus vidas. ¡Cuán equivocada estaba! Tanto que unos años después me involucré hasta el punto de participar en la Junta Directiva. En el 2009 todas decidimos dejar que nuevos miembros se hicieran cargo. Siempre viene bien sangre nueva. Este fin de semana cumplimos 10 años de existencia y como siempre lo festejábamos con una Gala.
Es agradable, al menos una vez al año, vestirse elegantemente y prepararse para la diversión. Una va acumulando vestidos largos en el ropero que nunca más va a volver a usar. Esta vez pensé en comprar una blusa para acompañar un par de pantalones negros. Y ahí fui, en lugar de trabajar como debería, pero pensando que la vida no es sólo trabajar sino darse un gusto de vez en cuando. ¿Por qué las mujeres somos tan complicadas, por qué queremos que todo siempre esté perfecto? ¿O seré yo? Los hombres se ponen un traje y nadie repara si es el mismo que se pusieron el año anterior, pero pobre de nosotras que se nos vaya a ocurrir volver a usar el vestido de la Gala del año pasado.
Contenta con mi blusa nueva, volví a casa a prepararme. Mi esposo iba a acompañarme, medio a regañadientes porque definitivamente es más divertido para él ir a pescar un viernes por la tarde. Como la blusa tenía unas arruguitas decidí plancharla para quitárselas. Sin mucho tiempo tomé la plancha y sin darme cuenta de que estaba muy caliente la apliqué en la parte trasera, menos mal, y como es de un material sintético, debería haber puesto algo mojado encima. Resultado, se chamuscó la blusa nueva. Increíblemente mi reacción fue calma. Subí la escalera y le dije a mí esposo:
― Acabo de arruinar la blusa.
― Dejame ver― me dijo tiernamente― probátela.
―Bichi, se nota, por más que esté atrás.
―Se nota porque vos sabes que está ahí, si te pones el shall no se va a ver.
Pesándolo bien, tenía razón, sería cuestión de no dejar el shall ni un segundo. Durante el baile, las luces se apagan y nadie se daría cuenta. Así que salimos muy contentos, pero sin dejar de tener la constante presión de que debía tener cuidado con el agujero.
Llegamos al lugar de la recepción, el Signature Grand, el mismo de siempre, el que intentaron cambiar porque estábamos podridas de ir siempre al mismo, pero que al final de cuentas es el más cercano, bonito y barato. Había mucha gente y las puertas del salón todavía no estaban abiertas, así que nos paramos delante de la pared, ya se pueden imaginar porque, y nos pusimos a observar el gentío como quien pasea por el zoológico y le cuenta al compañero las características de cada animal. Cada tanto alguno se acercaba a saludar y uno le tiraba unas migajas de conversación, sin dejar de esbozar una sonrisa. Es muy divertido poder observar lo que las mujeres nos ponemos cuando tenemos este tipo de fiestas, pero parece que una espera específicamente a una que sabe se va a poner algo especialmente ridículo. Como no podía ser de otra forma este año no se quedó atrás. Su figura regordeta resalta debajo de las toneladas de maquillaje con las que cubre su cara, con el cabello recogido y el toque magistral de un moño con plumas de un avestruz albino.
Como siempre estas cosas toman tiempo, pero finalmente se abrieron las puertas y pudimos entrar y sentarnos. ¡Qué alivio! El salón era mucho más grande que en las galas anteriores, no era para menos teniendo en cuenta que la presidenta es la madre del comisionado de la ciudad. Eso arrastra mucha gente que quiere mostrarse y salir en la foto de la sección de sociales del periódico semanal, porque más allá no va a ir. Pero quisieron hacerlo más “fashion” y trajeron a dos locutores bastantes conocidos de los noticieros locales, a una periodista, comentarista, escritora, de todo un poco. Una doctora que también participa de los mismos programas matutinos dando consejos de salud, la ex cónsul de Colombia, la Comisionada del Condado, y otros bichos por ahí no tan conocidos pero que hacen su aporte a la Comunidad. Obviamente vinieron porque les iban a entregar un premio, sino ni en broma.
Mientras esperábamos que sirvieran la cena, pollo frio y seco como siempre, y estando en primera fila cerca de la pista , una pareja salió a bailar con la suave música de fondo. El, pelo gris, bastante cerca de los 60 vestido con un smoking, ella con un chillón vestido verde loro pero de agraciada figura, pusieron en práctica los pasos de vals que deben haber aprendido en las clases de “ballroom”; eso sí el smoking se notaba que era rentado porque los pantalones le quedaban a media asta, o como diría mi marido, se olvidó de bajarlos a tomar agua continuando con nuestra analogía del paseo por el zoológico.
Después, vinieron los Mariachis que cantaron las mañanitas más desafinadas que escuché en mi vida, obviamente en alusión al cumpleaños. Los bostezos a estas alturas ya no ocultaban el tedio. ¿Y el baile para cuando? Luego vinieron las rifas. Y dale al bla bla bla. Como ya eran las 12hs PM y nada, el salón comenzó a vaciarse, obviamente los personajes después de recibir el premio huyeron como ratas en un naufragio, y nada de música, decidimos retirarnos sin avisar.
Ya en el auto mi esposo me dijo:
_ Las galas que ustedes organizaron no habrán traído tanta gente importante pero definitivamente eran más divertidas.
Gracias. Era lo que estaba esperando escuchar. Más vale la modestia pero que todo el mundo salga contento que la grandilocuencia y terminar aburrido.