martes, 29 de diciembre de 2009

Domingo

cocker spaniel Pictures, Images and Photos





Como cada mañana en los últimos cinco años, medio dormida y totalmente de memoria tomo la correa de mi perro y lo llevo a pasear. A veces lo dejo esperando al pobre mientras me visto porque tengo que salir inmediatamente después de desayunar. Sus ojitos me miran con desesperación, gira sobre sí mismo en tierna muestra de impaciencia, se sienta frente a la puerta sabiendo que si no lo hace no la abro y por lo tanto su contención se vería seriamente comprometida. Me arrastra hasta el poste más cercano, el problema es cuando ando con mis zapatos con tacos, parezco flamear por la velocidad.
Los domingos es algo distinto. No hay apuro, el pobre tiene que aguantarse un poco más, me lo imagino mordiéndose la lengua de ansiedad porque me despierte. Especialmente este domingo, cosa rara logre abrir mis ojos a la para nada normal nueve de la mañana.
Como de costumbre, me vestí con un par de shorts y una camiseta. No logré encontrar las sandalias así que sabiendo que el pobre perro no iba a aguantar mucho más y que no había llovido ni hacia frio, decidí salir descalza.
Nunca me peino los fines de semana sino hasta después del desayuno, por suerte el día anterior había ido a la peluquería y estaba bastante decente. Era tarde, generalmente cuando salgo todavía es de noche, el barrio está dormido, los únicos que me acompañan son los chicos de secundaria camino a la parada del micro que los lleva a la escuela. El día está precioso pienso, ni mucho calor ni mucha humedad. Sería buena idea ir a la playa, no, mejor me quedo limpiando. ¡Ja! ¡Qué divertido lo mío! Mientras seguía divagando en cuál iba a ser la actividad del día y con ganas de que el perro se apurara para poder ir a preparar el café, se acercó a mí un vecino que regresaba de su caminata dominical. Alto, muy alto, negro, “middle age” como diría Carrie Bradshow en Sex and the City.
―Siempre la veo paseando al perro (si es cierto, más de una vez nos hemos cruzado, literalmente, el va por la vereda de enfrente). Muchas veces va con zapatos altos.
No pude menos que sonreírme y mirar mis pies descalzos.
―Le queda mejor así, si, si.
―Sinceramente es mas cómodo― le dije mientras intentaba que el perro no lo mordiera.
―La mujer natural es más sexy, definitivamente “caliente”―dijo dándose vuelta con una amplia sonrisa y cruzando la calle.
Seguí paseando el perro sin entender bien como tomarlo, si como un cumplido y ponerme verdaderamente contenta de que alguien a mi edad todavía me diga que puedo ser “caliente” o como este debe estar solo y está desesperado.
No importa, me hizo sentir bien de cualquier modo, y decidí contárselo a mi marido. Medio dormido todavía, abrió el cajón de los cubiertos y tomó un cuchillo y con la típica actitud masculina de no me toquen lo que es mío, se dirigió a la puerta.
― ¿Dónde está ese atrevido?―dijo sin en realidad avanzar más allá de la mitad de la cocina.
Volví a sonreír, más aun a reírme ampliamente. Mi ego estaba en las nubes.

domingo, 29 de noviembre de 2009

La Gala

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Como cada año en el mes de Agosto, este ya empezamos mal, fue Noviembre, se realiza la Gala de la organización sin fines de lucro a la que con mucho orgullo pertenezco. El nombre es Mujeres Latinas Impulsando Mujeres Latinas (Mujeres Ladinas diría mi marido) muy largo para mi gusto, pero hay que respetar a las fundadoras que no tenían un pepino que hacer y comenzaron a reunirse para ver de qué manera podían ayudar a la comunidad en su tiempo libre. Eran profesionales en sus países de origen, acostumbradas a manejar su tiempo sabiamente, por qué no hacerlo aquí aunque más no fuera voluntariamente. Surgió la idea de ayudar a quienes llegaban sin la más pálida idea de cómo adecuarse a un sistema tan distinto. Todas hemos pasado de una u otra manera por la angustia de pensar cuál será el próximo paso y como enfrentarlo, como inscribir a mis hijos en la escuela, como ayudarlos con las tareas en un idioma distinto, como simplemente charlar con alguien en tu propio idioma.
Recuerdo mi amiga V que me dijo porque no nos uníamos al grupo o al menos íbamos a ver de qué se trataba. Ni loca, le dije, esas deben ser una manga de viejas aburridas que se reúnen a tomar té por la tarde porque no saben qué hacer con sus vidas. ¡Cuán equivocada estaba! Tanto que unos años después me involucré hasta el punto de participar en la Junta Directiva. En el 2009 todas decidimos dejar que nuevos miembros se hicieran cargo. Siempre viene bien sangre nueva. Este fin de semana cumplimos 10 años de existencia y como siempre lo festejábamos con una Gala.
Es agradable, al menos una vez al año, vestirse elegantemente y prepararse para la diversión. Una va acumulando vestidos largos en el ropero que nunca más va a volver a usar. Esta vez pensé en comprar una blusa para acompañar un par de pantalones negros. Y ahí fui, en lugar de trabajar como debería, pero pensando que la vida no es sólo trabajar sino darse un gusto de vez en cuando. ¿Por qué las mujeres somos tan complicadas, por qué queremos que todo siempre esté perfecto? ¿O seré yo? Los hombres se ponen un traje y nadie repara si es el mismo que se pusieron el año anterior, pero pobre de nosotras que se nos vaya a ocurrir volver a usar el vestido de la Gala del año pasado.
Contenta con mi blusa nueva, volví a casa a prepararme. Mi esposo iba a acompañarme, medio a regañadientes porque definitivamente es más divertido para él ir a pescar un viernes por la tarde. Como la blusa tenía unas arruguitas decidí plancharla para quitárselas. Sin mucho tiempo tomé la plancha y sin darme cuenta de que estaba muy caliente la apliqué en la parte trasera, menos mal, y como es de un material sintético, debería haber puesto algo mojado encima. Resultado, se chamuscó la blusa nueva. Increíblemente mi reacción fue calma. Subí la escalera y le dije a mí esposo:
― Acabo de arruinar la blusa.
― Dejame ver― me dijo tiernamente― probátela.
―Bichi, se nota, por más que esté atrás.
―Se nota porque vos sabes que está ahí, si te pones el shall no se va a ver.
Pesándolo bien, tenía razón, sería cuestión de no dejar el shall ni un segundo. Durante el baile, las luces se apagan y nadie se daría cuenta. Así que salimos muy contentos, pero sin dejar de tener la constante presión de que debía tener cuidado con el agujero.
Llegamos al lugar de la recepción, el Signature Grand, el mismo de siempre, el que intentaron cambiar porque estábamos podridas de ir siempre al mismo, pero que al final de cuentas es el más cercano, bonito y barato. Había mucha gente y las puertas del salón todavía no estaban abiertas, así que nos paramos delante de la pared, ya se pueden imaginar porque, y nos pusimos a observar el gentío como quien pasea por el zoológico y le cuenta al compañero las características de cada animal. Cada tanto alguno se acercaba a saludar y uno le tiraba unas migajas de conversación, sin dejar de esbozar una sonrisa. Es muy divertido poder observar lo que las mujeres nos ponemos cuando tenemos este tipo de fiestas, pero parece que una espera específicamente a una que sabe se va a poner algo especialmente ridículo. Como no podía ser de otra forma este año no se quedó atrás. Su figura regordeta resalta debajo de las toneladas de maquillaje con las que cubre su cara, con el cabello recogido y el toque magistral de un moño con plumas de un avestruz albino.
Como siempre estas cosas toman tiempo, pero finalmente se abrieron las puertas y pudimos entrar y sentarnos. ¡Qué alivio! El salón era mucho más grande que en las galas anteriores, no era para menos teniendo en cuenta que la presidenta es la madre del comisionado de la ciudad. Eso arrastra mucha gente que quiere mostrarse y salir en la foto de la sección de sociales del periódico semanal, porque más allá no va a ir. Pero quisieron hacerlo más “fashion” y trajeron a dos locutores bastantes conocidos de los noticieros locales, a una periodista, comentarista, escritora, de todo un poco. Una doctora que también participa de los mismos programas matutinos dando consejos de salud, la ex cónsul de Colombia, la Comisionada del Condado, y otros bichos por ahí no tan conocidos pero que hacen su aporte a la Comunidad. Obviamente vinieron porque les iban a entregar un premio, sino ni en broma.
Mientras esperábamos que sirvieran la cena, pollo frio y seco como siempre, y estando en primera fila cerca de la pista , una pareja salió a bailar con la suave música de fondo. El, pelo gris, bastante cerca de los 60 vestido con un smoking, ella con un chillón vestido verde loro pero de agraciada figura, pusieron en práctica los pasos de vals que deben haber aprendido en las clases de “ballroom”; eso sí el smoking se notaba que era rentado porque los pantalones le quedaban a media asta, o como diría mi marido, se olvidó de bajarlos a tomar agua continuando con nuestra analogía del paseo por el zoológico.
Después, vinieron los Mariachis que cantaron las mañanitas más desafinadas que escuché en mi vida, obviamente en alusión al cumpleaños. Los bostezos a estas alturas ya no ocultaban el tedio. ¿Y el baile para cuando? Luego vinieron las rifas. Y dale al bla bla bla. Como ya eran las 12hs PM y nada, el salón comenzó a vaciarse, obviamente los personajes después de recibir el premio huyeron como ratas en un naufragio, y nada de música, decidimos retirarnos sin avisar.
Ya en el auto mi esposo me dijo:
_ Las galas que ustedes organizaron no habrán traído tanta gente importante pero definitivamente eran más divertidas.
Gracias. Era lo que estaba esperando escuchar. Más vale la modestia pero que todo el mundo salga contento que la grandilocuencia y terminar aburrido.

lunes, 23 de noviembre de 2009

La sopapa

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Sábado por la mañana, nos disponíamos junto con mi esposo a salir de compras, las de rutina, las de siempre como cada fin de semana.
―Me voy a afeitar―me dijo.
―Porque no me destapas la pileta, tiene pelos y el agua no corre bien. Hay que desenroscar la tapa y sacárselos.
―Si, vení que yo te destapo todo, mamita―dijo con sarcasmo y poniendo cara como si nada hubiera pasado en meses.
Uno tiene que reconocer que los sistemas aquí son bastantes complicados por no decir insufribles. Pareciera que están hechos para que uno si o si tuviera que llamar a alguien que los arregle, como su uno tuviera que mantener el ingreso de los plomeros.
― ¿Dónde está la sopapa?―me preguntó totalmente decidido a ayudarme.
―No, con la sopapa no van a salir los pelos, lo único que haces es mandarlos más abajo.
Como de costumbre es muy difícil tratar de cambiar lo que piensa o lograr que al menos me escuche. Después de buscar infructuosamente por cuanto rincón hay en la casa y reprocharme por no poder encontrarla, reapareció blandiendo la sopapa cual general con su espada al son de “ataque”.
“Clish-plash,chlish-plash” subía y bajaba con todas las fuerzas que podía suministrarle. Me acerqué a ver qué pasaba. Nada, el agua se negaba a seguir su curso.
―Te dije que tenes que sacarlos desde abajo.
―Ufa!! Se tiró al piso y comenzó a desenroscar las tuberías.
―Y ahora sale agua y se moja todo, vamos a necesitar muchas toallas para secar. Te dije que esto es una porquería, odio hacer estas cosas de las casa, no sirvo para esto.
No si no hace falta que me lo diga, hace 30 años que lo sé pero ni en broma me tiro al piso y lo arreglo.
Finalmente logramos retirar la no tan grande mata de pelos pensando que habíamos logrado nuestro objetivo. Que ilusos, cuando dejamos correr el agua comenzamos a notar que una masa infame y negra salía de la cañería de la bañera ensuciando lo que la señora había limpiado ayer. ¡Ahí van mis $125 dólares que con tanto esfuerzo gané!
― ¡Para, para!―le dije desesperada―cerra la canilla!
― ¿Qué es eso?―me preguntó.
―Que va a ser, la mugre que empujaste con la sopapa,― le contesté mientras veía como seguía brotando la masa inerte cual película de Hitchckok.
―Esos son tus restos.
― ¿Qué restos?
―Esos que salen de ahí cada vez que te bañas.―
―Disculpame, pero si yo tengo restos es porque vos los pones ahí, yo no genero esos líquidos desagradables.
―¿Vos me queres decir que eso es incipiente materia genética capaz de generar vida y vos los estas escurriendo dentro del balde?―
―Te dije que no usaras la sopapa.
―Al menos estamos sacando la mugre.
―Yo no tenía ningún problema en convivir con la mugre mientras estuviera dentro de la cañería y no afuera, ahora como vamos a hacer para terminar con esto, no deja de salir.
Finalmente y después vaciar al menos un litro de liquido destapa cañerías, echar más litros de agua hirviendo, bajó corriendo las escaleras otra vez cual general que ha ganado la batalla, blandiendo la sopapa al grito de: “lo logre, lo logre”.
Pasara esto a la historia como una anécdota más para contarles a nuestros nietos, cuando el abuelo quiso limpiar la cañería con una sopapa.

martes, 17 de noviembre de 2009

Imaginate

boss



Imagínese si Usted tuviera como Jefe a alguien que hace cosas como esta:

• Usar el mismo “ataúd” (así llamo a su valija Sansonite, modelo 89) para viajes internacionales desde hace 20 años.
• Comprar un “carry-on baggage” para viajes cortos sin despachar equipaje, tan pero tan barato, que en el primer viaje perdió una rueda en Atlanta...y, por supuesto, volvió a usar el “ataúd”, aun para viajes de un día.
• Llevar el mismo modelo de secador de pelo que usaba mi abuela en el “ataúd”, aun cuando la gran mayoría de los hoteles tienen un secador de pelo muy moderno en el baño.
• Llevar en el “ataúd” todo tipo de crema y shampoo en frascos que llaman la atención del personal de seguridad en todos los aeropuertos. Despachar el “ataúd” y quejarse luego porque se lo abren para inspeccionarlo.
• Traer el almuerzo en una bolsita de papel y comerlo a escondidas. Decir que ahorra mucha plata trayendo la comida desde su casa (pinche sándwich húmedo y frío) en vez de comer afuera, en una clara referencia a aquellos que optan por almorzar de otra manera.
• Criticar al entrar a un restaurante en Argentina frente a nuestra oficina a nuestros empleados que están allí, diciendo que pasan mucho tiempo almorzando, cuando en realidad él acaba de llegar y ellos están pagando la cuenta para irse.
• Comprar Miller Light caliente en una estación de servicio, camino a su casa, en vez de comprarla fría en el supermercado, para pagar un par de dólares menos, y luego decir que lo hace porque la cerveza se arruina si se la compra fría, se la deja calentar a temperatura ambiente, y luego se la vuelve a enfriar para tomarla. Cabe señalar que Miller Light es una infusión insípida y barata que, injustamente, lleva el nombre de cerveza.
• No querer usar una Blackberry por necedad, temor al cambio, mezquindad e ignorancia, y hacer sentir mal y culpable a todos aquellos que desean tener una, aun dentro de su mismo equipo de trabajo, diciéndoles que si la piden, deberán estar disponibles para él 24/7.
• Sentirse incómodo junto a otros ejecutivos de la compañía cuando ellos están usando sus respectivas Blackberries junto él, y abrir su celular para simular que está chequeando mensajes, aún cuando el celular que tiene no cuenta con acceso a emails y no sabe ni siquiera como enviar un miserable mensaje de texto.
• Pensar que cualquier persona que desea viajar fuera de su territorio asignado, por cuestiones de trabajo, en realidad desea hacer turismo pagado por la compañía.
• Tomarse la colonia y acusar al servicio del hotel de robársela.
• No querer aprender a usar el celular para hacer llamadas internacionales mientras viaja; e intentar usar “ATT calling cards” sin éxito, cuando en realidad su celular está habilitado para llamadas internacionales.
• Grabar los Action Items de los Board Meetings en una grabadora que fue usada por “El Rubio” de “Misión Imposible” en los 70 y decir que eso le ahorra mucho tiempo.


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• No desear el tomar cursos on-line de Microsoft Office 2007 para ampliar sus habilidades con la PC, las cuales se limitan hoy a prenderla, ver emails y deportes en internet, (siempre y cuando el website esté grabado en sus favoritos), y apagarla antes de irse a casa.
• Leer revistas baratas durante los viajes, observar que todos nosotros leemos libros, comprar un libro de dudosa calidad para el próximo viaje, y en vez de leerlo ver solo las ilustraciones (como los chicos)...y volver a las revistas baratas al próximo viaje...
• Comprar una valija barata para la Laptop y envidiar la mía (valija) porque es una “Sansonite” de cuero.
• Estar atento a quien cambia el auto en la oficina por uno nuevo y mejor, para criticarlo por malgastar, supuestamente, su dinero, diciendo: “je, vive en el auto...” (en clara alusión a que, según él, el propietario paga más por ese carro nuevo, que por el crédito de su propia casa)
• No pagarle ni una miserable cerveza a alguien que se retira de la compañía después de más de 20 años, y prometerle una despedida a fin de año durante una reunión que ya ha sido cancelada.
• Visitar Roma, Barcelona y Londres, en las vacaciones, volver y solo hablar de lo que le costó una Miller Light en euros.
• Comprar una botella de Vodka en una licorería, ponerla en el “ataúd”, llevarla en un crucero, y pedir jugo de naranja en el barco, que es gratis, para hacer “screw-drivers”, sin tener que pagar extra por alcohol.
• Arrebatar agresivamente el “ataúd” de las manos de los botones y cargarlo por sí mismo al llegar al Hotel, tan solo para no tener que dar propinas.
• Caminar por los aeropuertos con la Laptop en alto, en búsqueda de señal de wireless.
• Negarse a configurar el mouse de la Laptop para la mano izquierda y usarlo invertido, para no cambiar nada en la computadora que pueda confundirlo aún más.
• Evitar el mal aliento, comiendo Tic-Tac a escondidas para no convidar.
• Visitar un tambo en Argentina, y al ver a una niñita de no más de seis años acarreando dulcemente dos baldes vacios para leche, jugando a ayudar a su padre con la tarea de ordeñe, preguntarle cuanto le pagan por hacer ese trabajo.
• Estar hospedado en un hotel cinco estrellas que cuenta con excelentes restaurantes, ubicado en la mejor zona de la ciudad de México, y optar por ir a comer tacos baratos una pocilga ubicada a una cuadra de allí, afirmando que: “esos tacos son excelentes”.
• Usar anteojos para lectura de dos dólares, comprados en supermercados, con cristales de pésima calidad que se manchan con el tiempo, y decir, como pretexto, que así los puede dejar por todos lados olvidados sin preocuparse. Este comentario lo hace cuando ve a otros que usan “Chaps” u otras marcas prestigiosas en los marcos de sus lentes...
• Atentar contra el medio ambiente, consumiendo toneladas de papel al imprimir cada email que recibe y leerlo más tarde, para luego guardarlos uno por uno en gruesas carpetas y archivarlas en gavetas, aplicando un método troglodita de seguimiento y organización, que ignora las más simples y básicas herramientas informáticas disponibles, que evitarían la tala indiscriminada de los bosques del planeta.

Me pregunto:
¿Es este es el precio que se debe pagar por trabajar en algo que a uno le gusta?


A pedido de Virginia y con colaboracion de mi marido.Sino se enoja porque le robo el derecho de autor.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La palabra

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Cuando estaba en la escuela, digamos hace ya bastante más de lo que quisiera, nos decían que Buenos Aires era un crisol de razas. Españoles, italianos, judíos, así como bolivianos, paraguayos, peruanos y muchos otros países más se acercaron a nuestras costas para poder disfrutar de nuestro estilo de vida.
Desde la calurosa Miami las cosas no son muy diferentes. Las nacionalidades son distintas, cubanos, venezolanos, colombianos, hondureños, mexicanos, dominicanos y argentinos. Las razones las mismas que las de mis antepasados, buscar una forma de vivir sin tener que pasar tantas angustias, que el fruto del trabajo realizado no termine en los bolsillos de los demás.
Ahora bien, los personajes que podemos encontrar son definitivamente atractivos, en cuanto a la descripción se refiere, me permiten dar rienda suelta al uso de la palabra. Y si de palabra hablamos pues podría decir que algunos de ellos utilizan el español de forma muy distinta, inventan palabras que no existen, traducen literalmente del inglés, mezclan palabras típicas de sus países más allá de ciertos acentos que resultan “muy sabrosos”.
Hay uno en especial, Arturo. Lo conocí en uno de los grupos de negocios. De baja estatura, vientre prominente, da la sensación de que el abdomen llega a todos lados antes que él. Vestido generalmente con una camisa a cuadros, pantalones anchos y las manos en los bolsillos. Después de unas semanas, y probablemente después de hablar con el moderador y presidente del grupo, su vestimenta cambió. Las camisas seguían siendo a cuadros pero al menos ya no eran tan colorinches. El saco por supuesto nunca hacia juego con el pantalón y la corbata nunca pasaba de la mitad de la panza. Eso sí, siempre en español, de ingles nada y ni que hablar de intentar. Es uno de los tantos “motivadores” que pululan por estas tierras. Hablar por hablar, fácil ganarse la vida así. Sería más interesante si el contexto tuviera sentido. Al ver que tantas de las personas con las que me reunía me comentaban acerca de las maravillas que decía este señor, decidí prestar un poco mas de atención. Un día anunció el título de su próxima charla: “La asertividad en los negocios”. No, no, debo haber escuchado mal, me decía a mí misma, mientras mi cerebro no dejaba de buscar en el archivo verbal para confirmar la existencia de semejante vocablo.
Cuando terminó de hablar y se sentó, aprovechando que estaba cerca, me incliné hacia adelante y le pregunté:
― Arturo, asertividad es una palabra que no existe, debería ser certeza.
― Si, ya sé, pero se usa mucho en el ambiente de Recursos Humanos, así que está bien.
Mis ojos se desviaron hacia la dirección opuesta, no quería que viera mi expresión, suelo ser demasiado franca y demostrativa. Me daban ganas de regalarle un diccionario aprobado por la Real Academia.
Se puede ser tozudo pero no regodearse en la ignorancia y la necedad. Con razón sus charlas me resultaban vacías y caprichosas, nada nuevo. Pero lo que más me preocupa es que tan poca gente se haya dado cuenta, que haya muchos que lo siguen, que toman sus consejos al pie de la letra.
¡Qué generoso que es este país!

viernes, 13 de noviembre de 2009

La historia a mi manera

King Henry VIII Pictures, Images and Photos

Comencé a leer sobre historia europea después de haber visto la serie Los Tudors, obviamente en base a la historia de los reyes de Inglaterra, Enrique VIII y Elizabeth I . Notable destacar que por primera vez mostraban un poco, tan sólo un poco de lo que verdaderamente era la vida en aquella época. Para poder situarnos cronológicamente corría el año 1509 cuando Enrique subió al poder.
Hombre temible como pocos, decidido y sin piedad con las pobres 6 esposas que eligió. De joven era atlético y bien parecido, muy alto, probablemente más de 1,90m, fuera de lo común para esos tiempos, si uno mira los muebles de uno de los próceres latinoamericanos no se explica cómo diablos era que podían dormir en una cama tan pequeña.
La pobre Catalina de Aragón, su primera esposa, en realidad la esposa del hermano, que murió antes de consumar el matrimonio, lo aguantó por más de 10 años pero sólo logró darle una hija, después de haber perdido al menos 5 bebés. Como ya se lo veía venir y siendo los reyes de España tan católicos, decidió pedirle al Papa que no anulara el matrimonio que Enrique quería cancelar porque le agarró terrible metejón con Ana Bolena. Increíblemente astuta, lengua larga y afilada, decidida a ganar el amor del colorado, lo hizo desear hasta casi la locura con la condición de que si no se divorciaba de Catalina no sería su amante.
¿Pueden imaginarse la mugre? Por supuesto no había baño, el primero lo instaló Elizabeth, su hija, y fuera de la habitación porque le daba asco la baranda que quedaba y tenía que atender los asuntos de gobierno con semejante tufo. Cuando se acostaban, las ratas hacían tanto ruido detrás de las paredes que no los dejaban dormir. Miles y miles y no había forma de eliminarlas. Para poder sacarlas dejaban a los gatos y perros dentro del castillo, no solo como compañía y para demostrar su alcurnia. El problema es que los pichichos hacían sus necesidades dentro de las habitaciones. Por lo tanto cada 6 meses cambiaban de castillo para que los sirvientes pudieran limpiar la mugre. Como no había ni siquiera algo semejante a un desagüe, no pasaba un verano sin que la peste se llevara a mejor vida gran parte de la población. Ni que hablar de la viruela que si bien no siempre los mataba si les dejaba la cara totalmente deformada.
Ana Bolena cometió el grave error de no darle un hijo varón. Muy distintas hubieran sido las cosas si Elizabeth hubiera sido del otro sexo. Para su desgracia y sin muchos conocimientos de medicina, los tipos de sangre eran incompatibles, por lo tanto ni forma de que la pobre pudiera darle otro hijo. Que mejor que inventar algún amorío para sacársela de encima. Al menos tuvo la decencia de cortarle la cabeza con una espada en lugar de la típica hacha que para rebanarle el cuello a veces era necesario más de un golpe. O como hizo uno de sus cortesanos con el famoso Cromwell, mandó a emborrachar al verdugo durante toda la noche para que al día siguiente en lugar de un cuello viera tantos que no supiera a cual pegarle primero y el pobre tardara bastante más en morir; digamos que no lo querían.
A causa de la calentura de Enrique, Inglaterra dejó de ser Católica para convertirse al Protestantismo. Corrió mucha sangre pero el tipo era testarudo y cabezón. Quería un hijo a toda costa. Por lo tanto se enamoró, esta vez seriamente, como chico bueno tratando de sentar cabeza, lo cual no era fácil con todas las locas que querían vanagloriarse de que se habían acostado con el rey. Se casó nuevamente con Jane Saymour, fea si uno mira los retratos, pero en fin. Finalmente se dio el gusto, nació Eduardo quien lo sucedería en el trono, por poco tiempo porque era muy enfermizo y es a quien debemos la frase que se repite en cada casamiento: “En la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte nos separe”. ¿Se imaginan cuántos millones de veces se ha dicho esta frase desde el siglo XIV?
Para su desgracia, y otra vez a causa de la falta de higiene y los vagos conocimientos médicos, Jane falleció de septicemia. Era común que en lugar de dejar que la enfermedad siguiera su curso los locos estos no tenían mejor idea que hacerlos sangrar con la equivoca idea de que así iban a eliminar la enfermedad. En realidad lo único que lograban era debilitarlos tanto que no había forma de que se curaran.
En una de las justas que realizaban cada tanto Enrique cayó del caballo y se lastimó la pierna. De por vida le quedó una absceso que supuraba pus constantemente.
Decidido a pesar de todo a tener otro hijo debido a la mala salud de Eduardo, encontró la oportunidad en Anne de Claves. A Enrique le pareció un bicho feo, tanto que la llamo llamó la “yegua de Flandes”. Ordinario el tipo, pero para no decepcionar a ninguno y pensando en tener más hijos se casó igual. Se olvidó claro, que para poder tener hijos tenía que acostarse con la nueva reina. No pudo, así que entre los dos se pusieron de acuerdo y la mandó devuelta anulando el casamiento por no haberlo consumado.
A estas alturas Enrique ya estaba gordo, pesado, viejo y caprichoso. Pero todos le recomendaron compañía. Por lo tanto buscó a alguien más y fue el turno de Catalina Howard. Joven, más bonita pero tonta y enamorada de otro que ya había sido dado en matrimonio a alguien más. No era para menos, la pobre Catalina no pudo ni estar cerca del rey que a causa de la úlcera apestaba como un zorrino. Así que ni lenta ni perezosa se encamó con alguien más atractivo y menos oloroso que el rey. Otra que perdió la cabeza y sólo con 18 años de edad.
La última fue Catalina Parr. Ciertamente tenía una fijación con las Catalinas, 3 de 6 . Vivió con ella sus últimos 4 años. La pobre, que ya era viuda, sabia de su futuro. Abnegada y sin mucho que decir, en esa época hablar de más podía significar perder la cabeza, soportó su futuro con estoicismo. Cuidó de los tres hijos de Enrique y ayudó a Eduardo a ejercer su reinado a pesar de ser tan joven.
Enrique VIII murió a los 56 años, probablemente de gota y con indicios de sífilis.

¿Por qué me gusta la historia? Porque refleja lo que somos hoy día. Alguna similitud con la actualidad no es pura coincidencia.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Opciones

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Como cada día Mariana se levanta, prepara el desayuno, despierta a su hijo y lo despide con un beso mientras lo ve caminar hacia la parada del autobús que lo lleva hasta la escuela. Vuelve a sentarse a la mesa y termina de leer el diario, lo comenta con su esposo, lo despide también a él, antes de juntar la fuerza suficiente para bañarse e ir a trabajar.
A media mañana recibe un llamado de la escuela. Por favor venga urgente, su hijo ha tenido un accidente. Nunca imaginó recibir ese tipo de llamado, nunca imaginó que al llegar el accidente se hubiera convertido en un asesinato. Llama a su esposo entre sollozos, no podía entender. Otro alumno lo había acuchillado mortalmente. ¿Dónde está mi hijo, mi adorado hijo?
La policía ya lo había retirado del lugar, su cuerpo ya estaba en la morgue. Le hablaban ¿qué decían? No podía entender, nada de lo que escuchaba tenía sentido, esto no puede estar sucediendo.
“Vamos hijo, volvamos a casa, esta gente está hablando tonterías, hoy tenemos que ir a averiguar por la universidad que comenzaras después del verano”.
Nada de todo lo que Mariana tenía planeado podrá suceder. ¿Quién le repondrá tan dramática pérdida? ¿Cómo llenará sus vacios, quién contendrá sus lagrimas, quién repondrá la esperanza en un sistema que se supone debe cuidar y proteger a nuestros hijos cuando van a estudiar, no a un campo de batalla? Para eso están los soldados. O es que eso es en lo que se está convirtiendo nuestra sociedad, en una guerra.
Después de haber derramado tantas lágrimas Mariana intenta comprender la razón de su pérdida, no justificarla porque sabe que nunca podrá.
Sabe que esta es una sociedad que está sintiendo cada vez más la diferencia de oportunidades. El chico que mató a su hijo también eliminó todas sus opciones de un futuro normal, de tener una familia, de ver a un hijo crecer. Pasará el resto de su vida encerrado. Qué sentirá su madre, es una pérdida tan grave como la suya, las dos sufren y lo harán por el resto de sus vidas, las dos han perdido un hijo.
Se pregunta: ¿Qué es lo que uno como miembro de una sociedad puede hacer para que esto no suceda otra vez, qué es lo que uno como padre puede cambiar para que mi historia no se repita. No encuentra muchas respuestas, no está en su poder cambiar el hogar, ni la familia del atacante de su hijo. Pide en la escuela más controles, pide hablar con sus maestros para que modifiquen su actitud y se involucren más en la vida privada de sus alumnos, pide a los amigos de su hijo que aprendan de lo que paso. ¿Habrá al menos tocado la vida de algunos para protegerlos a lo largo de la sus vidas y saber que siempre cada acto tiene una consecuencia, que siempre existen otras opciones a reaccionar violentamente?
Como cada mañana, Mariana se levanta, prepara el desayuno que comparte con su esposo y parte para la escuela que vio a su hijo por última vez. Hará lo posible para que aquello que cortó tan temprano todos sus sueños no se repita. Lucha, pelea con las lágrimas que intentan salir cada vez que pronuncia su nombre. Sabe que si ella está allí lo recordaran, sabe que será el constante recuerdo de que la vida tiene opciones, que se puede ser feliz aún entre tanta diferencia e incomprensión.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Los Cambios

MY WORK ... CHANGE Pictures, Images and Photos


Los años pasan indiscutiblemente. Parece increíble que mis hijos ya estén en plena carrera universitaria.
Si parece ayer que los llevaba a la escuelita de Escobar, en medio de la tierra, los caballos, la gente tan amable y pueblerina.
Sus experiencias han sido invalorables. Las nuestras incontables. Nos hemos divertido con las cosas positivas, aprendido de las negativas, disfrutado cada momento.
Las circunstancias han cambiado con el tiempo. Nunca se me había ocurrido pensar que llegaría el día en que me encontraría planeando cómo hacer para que mis hijos se independicen.
Mi esposo asistió a una conferencia en su trabajo, esos seminarios que dictan para los ejecutivos, para que recuerden que son ejecutivos y que por lo tanto tienen que ejecutar. El tema fue: “El Cambio”.
Efectivamente la situación general de las empresas en este país está cambiando. Es necesario que los que toman decisiones acepten las nuevas circunstancias y ajusten lo que sea necesario para llevarlas adelante y rindan fruto positivo, por supuesto para las arcas de la compañía no las personales.
En un momento dado el moderador les pidió que buscaran un tema, ya sea en su vida personal o en el trabajo que necesitara de un cambio y cuáles serian las medidas para llevarlo adelante. Luego elegirían dos o tres y lo desarrollarían entre todos. Por cierto es la forma divertida de interactuar y no permitir que todos se duerman.
Sin pensarlo dos veces y para hacer la charla aún más divertida, hay que reconocer que es especialista en hacer chistes incluso con los temas más importantes y sin salirse del protocolo, mi marido lanzó al aire la siguiente propuesta:”Como hacer para que mi hijos se muden antes del 2012”. Por supuesto se escuchó la consabida carcajada. Nadie se lo esperaba, algo tan fuera de lo común pero que sin embargo afecta a cada familia en USA. Por supuesto en el descanso llegaron todos los consejos, que leyera tal revista, que fuera con tal consejero, que yo hice esto y aquello.
En Argentina las cosas son totalmente distintas, uno se queda en casa de sus padres hasta que se casa, por lo tanto el estudio, la comida, los viajes, las cuotas de la universidad, todo sale del mismo bolsillo: el nuestro. Pobrecito, el chico está estudiando no tiene tiempo de trabajar. Somos demasiado benevolentes. Aquí la cosa es diferente, juega: “el que quiere celeste que le cueste” en toda su expresión. Por eso comprendo que mis hijos hayan tratado de mantener algo de la costumbre hispana y si bien trabajan, al menos quieren quedarse en casa para poder tener un techo, comida y servicio de limpieza gratis. ¡Pero mi espalda ya no da más, caramba! Así que optamos por pensar cómo hacer para que literalmente:”se vayan” a vivir por su cuenta, que ya no seamos mucamos ni personal de servicio, que el dinero que ganan no se lo gasten en conciertos o ropa solamente sino en pagar “todos” sus gastos.
No crean que no hemos pensado en lo del nido vacío. Sé que los vamos a extrañar, pero bienvenido sea, podremos al menos pensar en ahorrar ahora sí, un poco para nuestra vejez, que se acerca a pasos agigantados. No, no es ser egoísta, es ser realista. Tampoco es que pensamos desheredarlos, al contrario, si achicamos nuestros gastos también podremos ayudarlos en otras cosas.
Así como en la economía de cada empresa, la principal institución que es la familia, al menos a mi manera de ver, también tiene que enfrentar los cambios y resolver en consecuencia y si uno lo toma más como un desafío que como un problema tiene muy buenas posibilidades de conseguir lo que quiere con buenos resultados para todos.
Ya veremos si funciona.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Papelon II

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Mi relación con la fuerza de la ley nunca fue significativa, más bien diría nula. La única vez que la policía me pidió los documentos fue, ya hace mucho tiempo, en la época de la dictadura por llegar muy tarde a casa. Tal vez por eso mi aversión, cuanto más lejos mejor.
Acababa de llegar el camión de la mudanza, y no es que hubiera muchas cosas, pero si cajas de cartón corrugado donde envolvimos lo poco que teníamos, aquello que no quisimos dejar atrás. Recuerdos, libros, ropa, que por supuesto no iba a servir con el calor que hace en Miami.
Nos estábamos empezando a preguntar qué íbamos a hacer con tantas cajas. Si bien los americanos usan el garaje para guardar porquerías en lugar de los autos, la acumulación ya era grosera.
Nuestro inglés todavía no era lo suficientemente bueno como para poder comprender exactamente lo que nos decían. Es como jugar al teléfono descompuesto, uno comprende ciertas palabras y saca sus propias conclusiones, generalmente equivocadas, con la consecuente carcajada cuando uno descubre lo que en realidad se quiso decir, solo que esta vez casi nos cuesta caro.
El barrio al que nos mudamos estaba aún en construcción. Frente a las casas sin terminar se encontraban enormes contenedores para tirar restos y desperdicios. Preguntamos en la administración del barrio qué podíamos hacer con las cajas. Entendimos que teníamos que doblarlas, ponerlas en una bolsa negra y que podíamos tirarla en uno de los contenedores. Como gente educada y siempre intentando cumplir con las nuevas ordenanzas juntamos alrededor de 7 u 8 bolsas grandes. Como no podíamos llevarlas todas juntas, y el contenedor más cercano estaba a la vuelta de la esquina, nos subimos al auto y fuimos llevándolas de a poco.
Hay que comprender también el momento en que a nosotros se nos ocurrió hacer esto. Unos quince días después de la caída de las torres en Nueva York. La gente estaba paranoica, veía árabes en todos lados, cualquier cosa sospechosa era instantáneamente reportada a la policía, cosa que a los americanos no les cuesta mucho, son unos buchones increíbles, lo cual, viéndolo a la distancia se comprende por qué, cuán importante es participar, no siempre hacerse el distraído como si las cosas siempre tienen que ser resueltas por los demás, el típico: “no te metas”.
Después de haber dejado el séptimo paquete y ya dispuestos a rebolear el ultimo, se nos acercó un automóvil de la policía. La agente, rubia, enorme y con las uñas postizas más largas que había visto en mi vida, se bajó y nos preguntó que estábamos haciendo.
―“Dejando la basura en el contenedor” ―contesté mientras observé al buchón asomar la cara por la ventana.
―“¿Usted sabe que esto está prohibido?” ―me preguntó la oficial.
Mis nervios me estaban traicionando, sería tal vez porque no me gusta la cana y menos mujeres. Mi inglés iba de mal en peor, las palabras salían de mi boca atolondradamente y casi sin sentido. La necesidad de demostrarle que no estábamos haciendo nada malo, a nuestra forma de ver las cosas, era imperiosa. Lo ojos de mi marido me pedían a gritos que me callara. No podía, seguí insistiendo en que la gente de la administración me había dicho que eso era lo que tenía que hacer y por lo tanto no era nada incorrecto. Hasta que largó la frase:
―“ I could arrest you!”―dijo en tono amenazante y como para que de una buena vez mi verborragia se terminara. Fue lo bastante persuasiva. Ya me imaginaba con las manos esposadas sentada en el asiento trasero de la patrulla, llorando y gritando mi inocencia.
No pude levantar los ojos del piso, como una criatura que en cualquier momento iba a ser enviada al rincón en penitencia. No salió de mi boca una sola palabra más. ¡Gracias a Dios! Finalmente mi marido pidió disculpas y dejamos la última bolsa en el garaje como para que la recogiera el basurero al día siguiente. ¡¡¡Habérmelo dicho antes!!!

lunes, 26 de octubre de 2009

Testigos de la historia

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Reflexiones enviadas por un Argentino residente en los Estados Unidos a un Amigo en Buenos Aires

Hace algún tiempo me preguntaste mi opinión sobre el momento que se vive en los EEUU desde hace un poco menos de un año, después de la elección del primer presidente negro en la historia de este país. Y en ese mismo momento, me puse a pensar en lo que significa para mi familia y para mi ser, una vez más, testigos de un momento histórico.
Digo una vez más, ya que hace algunos años también lo fuimos, durante el ataque a las Torres Gemelas. Más allá del asombro, la incertidumbre y algún que otro ataque de pánico que todavía recuerdo, cuando se me mezcló lo del traslado desde Escobar al Sur de La Florida de todos nosotros (mi esposa, tres hijos y yo), con el tremendo desconcierto y el terror que generó el ataque a New York, no dejo de ser un agradecido para con la vida, que me ha permitido ser testigo presencial de un doloroso capítulo es cierto, aunque también trágicamente sobresaliente en la historia de la humanidad.
Ni hablar de que también somos testigos actuales de una de las crisis económicas más profundas de la historia, desde el lugar mismo en la que ésta se originó...
Pero volviendo a lo de Obama, tendrías que haber visto a mis hijos meses atrás discutiendo sobre el racismo en los EEUU y otros temas políticos y socioculturales de esta nación. Jamás pensé que podrían llegar a estar tan interesados en un debate presidencial, por ejemplo.
Hace poco justamente, conversábamos juntos lo interesante que es ver a Obama llegando a la presidencia con el 96% de votos desde la minoría negra de este país. Esto te hace pensar en quienes son llamados racistas en realidad, ya que solo un 4% de los negros votaron por un candidato blanco, mientras que un 46% de los blancos mayores de 21 votaron por un negro. El racismo no tiene color, ni religión, es solo una triste manifestación propia de la naturaleza humana de la que no hemos podido librarnos, aunque sigamos intentándolo continuamente.
También me resulta interesante observar las reacciones que tuvieron algunas personas después de la elección. Por ejemplo, al día siguiente del triunfo de Obama, salgo a la autopista rumbo a la oficina y leo en la luneta trasera de una camioneta “This is not my president” en un pedazo de papel escrito en letras grandes por la impresora de un blanco frustrado con cara de pocos amigos...negros. La sorprendente actitud negativa de este individuo, frente a un hecho de extraordinarias características democráticas, me trae a la mente lo que pensé hace poco cuando estuve en Dallas por cuestiones de trabajo, viendo a través de la ventana del edificio desde el cual le dispararon a J.F. Kennedy. Qué privilegio para mí estar allí, más allá del trágico crimen, que convirtió a esa insignificante ventana en un objeto histórico y al edificio en un museo. Al asomarme por ella sentí el ferviente deseo de no tener que ser testigo de una tragedia semejante como la acontecida aquel 22 de Noviembre de 1963.
Como todo tiene que ver con todo, me vino a la mente la capacidad de anticipación de acontecimientos reales de la famosa serie americana “24”, donde el héroe Jack Bauer (Kiefer Sutherland) protege la vida del presidente negro y demócrata David Palmer (Dennis Haysbert). Lamentablemente a David lo matan más tarde, cuando ya no es presidente. Espero que el sorprendente poder de anticipación de la realidad del creador de la serie “24” falle en esto último, más allá que aún más adelante en la serie, asume la presidencia el hermano de David, Wayne Palmer (D.B. Woodside) que, obviamente, también es negro. ¿Te imaginas si el sucesor de Obama vuelve a ser un negro? ¿O una mujer, como en la última temporada de “24”? Hilary estuvo muy cerca; y tal vez lo logre la próxima vez...
La realidad supera a la ficción. ¿Quién iba a pensar que los EEUU iba a tener un presidente negro, y que yo iba a estar ahí mismo para verlo con mis propios ojos? ¿No te parece fantástico?

Carlos C. Obella



Colaboración de mi esposo.

domingo, 25 de octubre de 2009

Papelon

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Es fácil cometer burradas cuando uno se encuentra en un país extraño. Después de haber pasado por exhaustivos exámenes médicos en Argentina para que aprobaran la visa para entrar legalmente a Estados Unidos y habernos hecho sentir como delincuentes cuando pasamos por migraciones, todavía quedaba el último paso que era cumplir con el Departamento de Salud.
Uno intenta hacer todas las cosas como nene bueno, para que vean que no todos los inmigrantes son una manga de forajidos que invaden USA con sus costumbres y traen todo lo malo de sus países de origen. Así que si uno tiene que ir a hacerse un examen porque se supone que tiene tuberculosis pues allí iremos y completaremos lo que haya que hacer.
Barrio feo si los hay, pero como todo en USA está totalmente sectorizado, la gente de menos recursos pues debe estar en un lugar donde no hay muchos recursos. Definitivamente me sentía como pez fuera del agua, qué estoy haciendo yo aquí, mezclada con esta gente, toda de color hablando en un idioma que después descubrí era creole????
Los carteles en la pared, escritos en español y creole, eran tétricos: “si tiene que toser tápese la boca y no lo haga frente a otra persona”; “en caso de escupir no lo haga en el piso”;” no le de la mano a ninguna persona si acaba de toser” “no haga nada”. ¿Pero a quien se le ocurrió traerme a este lugar? ¡Si no me había contagiado hasta ahora pues era probable que saliera de allí infectada! Como mi indignación crecía a cada instante y no me atrevía siquiera a sentarme, no dejaba de pensar que al menos no nos habían obligado a traer a nuestros hijos. Si mi esposo y yo nos contagiábamos, pues al menos moriríamos juntos. ¡Qué exagerada!
Cuando la amable enfermera nos hizo pasar y comenzó a explicarnos que debíamos darnos la reacción de Mantu, no pude menos que exclamar, y sinceramente me salió del alma:” pero nosotros no somos como esa gente que viene aquí, no venimos huyendo de nuestro país, no somos haitianos, somos argentinos”!!! Todo esto con cara de desesperación para que la pobre comprendiera que a pesar de estar en la punta más austral del continente estábamos vacunados contra la BCG desde chicos y no había riesgo de infección.
La cara de “qué carajo estás diciendo” de mi marido me hizo comprender que había metido la pata hasta el caracú. Argentina sigue estando dentro de los países que no están libres de tuberculosis y los americanos tienen todo el derecho de dejarte entrar o no si sospechan que pueden traer enfermedades. Me sentí todavía peor que en migraciones, pero no por la vacuna sino por lo que había dicho con respecto a los haitianos. Tal vez fue la desesperación de pensar que, como sucedió unos días después, nos medirían con una regla el tamaño de la reacción y nos mandarían devuelta por infecciosos. Mi cara de terror debe haber sido tal que la pobre enfermera se apiadó y nos dijo que a pesar de sobrepasar un poco los limites no era nada importante, que estábamos limpios y podíamos comenzar tranquilamente nuestra vida en USA.
A pesar de haber pasado ya muchos años, aún siento la vergüenza del exabrupto, y como no puede ser de otra forma cada vez que puede mi amado esposo me hace sentir el bochorno nuevamente.
Si hay algo que he aprendido a hacer en este país es a hablar poco y conciso, claro y al punto. Es la mejor forma de no meterse en líos.

domingo, 18 de octubre de 2009

Cosas que amo y odio

Amor/Odio

Odio que se me caiga el GPS cada vez que el auto agarra una leve inclinación en el asfalto. Conste que tiene un sistema bastante choto. La ventosa se pega al vidrio y si no la mojo antes de pegarla se cae cada cinco minutos con el consabido riesgo que representa porque uno no sabe con que mano agarrarla para no tocar la pantalla y se borre la información, o lo que sería peor provocar un choque por que el volante se va a la mierda. El eterno problema se presenta cuando no tengo una botella de agua…
Amo cuando el GPS encuentra la dirección sin problemas, cuando me deja en la puerta del lugar a donde voy sin contratiempos ni desvíos.

Amo a mi perro, tan bueno y tierno.
Odio sus pelos que vuelan por todos lados especialmente cuando acabamos de bañarlo y hacen pelotas de una masa blanca en cuanto rincón hay en la casa.

Odio hacer las cosas de la casa.
Amo cuando termino de hacerlas y todo está limpio y ordenado.
Odio cuando dos minutos después se empieza a ensuciar otra vez.

Odio estar de pie tanto tiempo para cocinar, me duele la espalda, digamos que odio cocinar.
¿Quién no ama comer? Una bulímica o anoréxica nomás. El odio surge otra vez cuando hay que volver a limpiar. ¿Por qué dura tan poco?

domingo, 11 de octubre de 2009

A quien se le ocurre

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Pasan muchas cosas raras. Especialmente desde que nos mudamos a USA. El cambio por supuesto no ha sido nada fácil. También, a quien se le ocurre mudarse a Miami en Septiembre del 2001.
Tener un marido exitoso tiene su precio. Fue reubicado a Miami. La idea, maravillosa. Nos encantó la posibilidad de vivir como mi hermana que ya hacía quince años que se había mudado a USA. Se nota un poquito de celos no? En realidad siempre tuve hormigas en el trasero. Me gusta viajar, conocer lugares, aprender las costumbres, la historia, en fin, aprender. Debe ser ese gen que corre en mis venas, el que me impulsa a aprender, al conocimiento, o como diría mi marido el complejo de maestra ciruela.
Sigamos con la historia. Un caluroso martes por la mañana nos levantamos y nos dirigimos al salón del Marriot para desayunar. Dos típicas señoras afroamericanas, como dicen aquí, no hacían más que mirar el televisor. Era el día del trabajo. Si ya se, en Argentina es distinto, podríamos anotarlo como la primer rareza, además en el día del trabajo todo el mundo trabaja y podríamos anotarlo como la segunda.
Después de sentarnos y contemplarnos anonadados, típica cara de qué carajo está pasando, nos dimos cuenta de que un avión se había estrellado en una torre en Nueva York. Ups!!! Que boludo!!! Como no la vio? Se le debe haber roto algo no? Pobre gente. Y así todo el viaje hasta el banco de Weston a unos cuarenta minutos de viaje.
Las circunstancias eran totalmente distintas cuando llegamos. El televisor ya estaba en el medio del hall. La gente histérica y no era para menos. Se había estrellado otro avión en la segunda torre, un avión en el Pentágono y otro cerca de la Casa Blanca supuestamente derribado o digamos que el piloto fue un poco más torpe que los otros y no llego a destino.
Como describir la cara de la gente. Nosotros hacía sólo dos días que estábamos en Miami. ¡Justo ahora se les ocurre! Desesperación. Puedo recordar la cara de mi esposo. Incertidumbre total. ¿Y ahora qué hacemos? Se supone que en un mes estamos mudándonos para empezar una vida de progreso y tranquilidad. ¡Nos vamos a mudar a un país que va a estar en guerra! Y se nos vino a la mente las tan repetidas imágenes de los japoneses en Pearl Harbor, nada más que en lugar de tener los ojos estirados estos venían con turbantes. Ya estamos en el baile, pues no queda más que bailar.
Decidimos por lo tanto, poner todos los ahorros en el pago del depósito para comprar nuestra casa. Menos mal!!! Tardábamos un poco más y nos agarra el bendito corralito. Cuando alguien me dice que Dios no existe me rio. ¿Quién si no nos podría haber salvado del corralito?
¿Raro no? Finalmente pudimos tomar el avión de vuelta a BS AS para ir a buscar a nuestros hijos. El primero que salió de Miami después de 4 días de estar el aeropuerto clausurado. El vuelo anterior, el que hace escala en San Pablo no salió.
Creo que todavía deben estar manchados unos cuando asientos en ese avión. Espero los hayan limpiado. El susto era inmenso, se podía sentir, ver y respirar. Caras de pánico y ojos cerrados que no ocultaban la oración que se deslizaba suavemente por los labios.
Ocho horas de vuelo. Cuando salimos de suelo americano la cosa se distendió. Qué sentido tenía que estos locos tiraran un avión sobre el Atlántico, el Amazonas o Argentina ya con el tanque casi vacío.
Al menos tenemos algo que contarles a nuestros nietos. Las aventuras del abuelo y la abuela. ¿A quién se le ocurre?

domingo, 4 de octubre de 2009

Grandes diferencias


Cuando uno llega a un país extraño lo primero que hace es comparar. Esto en casa es distinto, aquello allá se hace de otra forma, esto no lo consigo, lo de mas allá no existe.

Las cosas que más me afectaron al momento de nuestro arribo son:

1- El clima: Especialmente cuando uno llega en verano. Apenas se abren las puertas del aeropuerto uno siente que le acaban de tirar una bolsa de arena. La humedad es espantosa, el aire irrespirable. Bárbaro para personas como yo que normalmente tenemos la presión por el piso.

2- El orden: Sera que uno está acostumbrado a preguntar por todo para llegar a cualquier lado, aquí no solo que no hace falta sino que uno no encuentra a quien, o como diría mi marido: son tan ordenados que me dan asco.

3- Gente de otro color de piel. Ver morochos no es algo común en Argentina. Hoy en día me resulta extraño no verlos cuando vuelvo de visita.

4- La ensalada de acentos en español: cubanos, venezolanos, colombianos. Seguro que eso es español? Cómo? Qué dice? Ah!! Cuidado con lo que uno dice que en colombiano puede significar algo feo, feo o al revés. Todavía recuerdo la primera vez que escuche a una amiga decir cachucha, casi me desmayo y al final resulta que simplemente es una gorra con visera.

5- Comida: Fue toda una aventura ir por primera vez al supermercado. Como serán de ordenados que un viejito nos pregunto porque los chicos no estaban en la escuela. Por supuesto en ingles, así que medio puchereando le dijimos que no éramos de aquí. Como miércoles le íbamos a explicar todo el bollo de la mudanza. Imposible conseguir el mismo tipo de productos. El pan rallado no viene solo sino con veinte tipos distintos de condimentos. La sal no sala, el azúcar no endulza, la leche sabe distinta. Como vamos a hacer para tomar mate, hacer tartas o empanadas, ni que decir de nuestras milanesas. Nos llevo tiempo pero lo logramos. Ah! Me olvidaba, la parrilla. Los americanos hacen todo a la llama no a la brasa. Fue duro intentar por primera vez encender el carbón que por supuesto no es carbón natural sino sumamente procesado con vaya a saber uno cuanto producto químico para solo acercar el fosforo y gozar de una llama prominente. La vagancia se impone a lo autóctono.

6- El paisaje: Ver palmeras. Muy divertido, el problema es cuando se cae alguna de las hojas, pesa una tonelada. Todo es muy parecido, al menos en Weston. No hay referencias, las calles son circulares, arboladas, con el mismo tipo de arboles como para que sea exactamente igual doblar a la derecha que a la izquierda. Hablan de Norte, Sud, Este y Oeste. Qué miércoles, decime si tengo que doblar a la derecha o a la izquierda! Gracias a Dios que inventaron el GPS sino todavía estaba buscando cómo hacer para llevar a los chicos a la escuela.

7- Transporte: No hay colectivos ni taxis, ni subtes. Arreglatelas como puedas. Con suerte si queres podes ir en bicicleta al supermercado, eso si, roga que tengan una fuente de agua o llevate una botella porque vas a llegar deshidratado.

8- Estaciones: Hay solamente dos: con y sin huracanes. Llueve con sol y muy sectorizado en la época de lluvia. Cualquier plan que involucre andar por la calle tiene que ser minuciosamente calculado. Si es por la mañana se puede obviar el paraguas, por la tarde sería un suicidio.

9- Las proporciones: Todo es más grande. Ojo con la interpretación. Las porciones de las comidas en los restaurantes es mucho más grande, los autos son más grandes, aunque ahora con el aumento en el precio del petróleo eso está empezando a cambiar. Los electrodomésticos son más grandes y se pelean a ver quien tiene el último modelo, desde el auto hasta el celular pasando por la computadora o el último invento tecnológico.

Habría muchas más pero no quisiera resultar pesada. Dicen que en la variedad está el gusto. La rutina y las cosas que nos dan la sensación de familiaridad a veces hacen falta.


Los extraño!!!

Por primera vez...

Siempre hay una primera vez
Esta es la mia
De lejos y a la distancia todo se ve diferente
Me va a encantar contarte mis historias




Vas a estar ahi para leerlas???