domingo, 8 de noviembre de 2009

Opciones

Photobucket


Como cada día Mariana se levanta, prepara el desayuno, despierta a su hijo y lo despide con un beso mientras lo ve caminar hacia la parada del autobús que lo lleva hasta la escuela. Vuelve a sentarse a la mesa y termina de leer el diario, lo comenta con su esposo, lo despide también a él, antes de juntar la fuerza suficiente para bañarse e ir a trabajar.
A media mañana recibe un llamado de la escuela. Por favor venga urgente, su hijo ha tenido un accidente. Nunca imaginó recibir ese tipo de llamado, nunca imaginó que al llegar el accidente se hubiera convertido en un asesinato. Llama a su esposo entre sollozos, no podía entender. Otro alumno lo había acuchillado mortalmente. ¿Dónde está mi hijo, mi adorado hijo?
La policía ya lo había retirado del lugar, su cuerpo ya estaba en la morgue. Le hablaban ¿qué decían? No podía entender, nada de lo que escuchaba tenía sentido, esto no puede estar sucediendo.
“Vamos hijo, volvamos a casa, esta gente está hablando tonterías, hoy tenemos que ir a averiguar por la universidad que comenzaras después del verano”.
Nada de todo lo que Mariana tenía planeado podrá suceder. ¿Quién le repondrá tan dramática pérdida? ¿Cómo llenará sus vacios, quién contendrá sus lagrimas, quién repondrá la esperanza en un sistema que se supone debe cuidar y proteger a nuestros hijos cuando van a estudiar, no a un campo de batalla? Para eso están los soldados. O es que eso es en lo que se está convirtiendo nuestra sociedad, en una guerra.
Después de haber derramado tantas lágrimas Mariana intenta comprender la razón de su pérdida, no justificarla porque sabe que nunca podrá.
Sabe que esta es una sociedad que está sintiendo cada vez más la diferencia de oportunidades. El chico que mató a su hijo también eliminó todas sus opciones de un futuro normal, de tener una familia, de ver a un hijo crecer. Pasará el resto de su vida encerrado. Qué sentirá su madre, es una pérdida tan grave como la suya, las dos sufren y lo harán por el resto de sus vidas, las dos han perdido un hijo.
Se pregunta: ¿Qué es lo que uno como miembro de una sociedad puede hacer para que esto no suceda otra vez, qué es lo que uno como padre puede cambiar para que mi historia no se repita. No encuentra muchas respuestas, no está en su poder cambiar el hogar, ni la familia del atacante de su hijo. Pide en la escuela más controles, pide hablar con sus maestros para que modifiquen su actitud y se involucren más en la vida privada de sus alumnos, pide a los amigos de su hijo que aprendan de lo que paso. ¿Habrá al menos tocado la vida de algunos para protegerlos a lo largo de la sus vidas y saber que siempre cada acto tiene una consecuencia, que siempre existen otras opciones a reaccionar violentamente?
Como cada mañana, Mariana se levanta, prepara el desayuno que comparte con su esposo y parte para la escuela que vio a su hijo por última vez. Hará lo posible para que aquello que cortó tan temprano todos sus sueños no se repita. Lucha, pelea con las lágrimas que intentan salir cada vez que pronuncia su nombre. Sabe que si ella está allí lo recordaran, sabe que será el constante recuerdo de que la vida tiene opciones, que se puede ser feliz aún entre tanta diferencia e incomprensión.

5 comentarios:

  1. excelente relato aunque me dejó un poco triste
    cuántas cosas que no podemos digerir
    cuántas que nos dañan para siempre y sin sentido

    muy bueno!

    beso

    ResponderEliminar
  2. aY QUÉ dura la historia, pero qué real, por otro lado. la verdad me dejo shokeada. es algo que no tiene nombre.
    besos, te sigo.

    carolina

    ResponderEliminar
  3. Uf, esperaba un relato más alegre, me quedé con un saborcito amargo.
    Ahora, me encantó la foto ¿ y vivís en Miami? Tal vez alguna vez nos cruzamos =)

    Beso grandote y espero el próximo relato

    ResponderEliminar
  4. muy buen post, hay que saber a veces ponerse en el lugar de varios aunque si duele es muy difícil ...

    Que vida esta...


    Un beso

    ResponderEliminar
  5. Gracias Miranda, prometo algo mas divertido

    ResponderEliminar

se exilian y comentan...