viernes, 13 de noviembre de 2009

La historia a mi manera

King Henry VIII Pictures, Images and Photos

Comencé a leer sobre historia europea después de haber visto la serie Los Tudors, obviamente en base a la historia de los reyes de Inglaterra, Enrique VIII y Elizabeth I . Notable destacar que por primera vez mostraban un poco, tan sólo un poco de lo que verdaderamente era la vida en aquella época. Para poder situarnos cronológicamente corría el año 1509 cuando Enrique subió al poder.
Hombre temible como pocos, decidido y sin piedad con las pobres 6 esposas que eligió. De joven era atlético y bien parecido, muy alto, probablemente más de 1,90m, fuera de lo común para esos tiempos, si uno mira los muebles de uno de los próceres latinoamericanos no se explica cómo diablos era que podían dormir en una cama tan pequeña.
La pobre Catalina de Aragón, su primera esposa, en realidad la esposa del hermano, que murió antes de consumar el matrimonio, lo aguantó por más de 10 años pero sólo logró darle una hija, después de haber perdido al menos 5 bebés. Como ya se lo veía venir y siendo los reyes de España tan católicos, decidió pedirle al Papa que no anulara el matrimonio que Enrique quería cancelar porque le agarró terrible metejón con Ana Bolena. Increíblemente astuta, lengua larga y afilada, decidida a ganar el amor del colorado, lo hizo desear hasta casi la locura con la condición de que si no se divorciaba de Catalina no sería su amante.
¿Pueden imaginarse la mugre? Por supuesto no había baño, el primero lo instaló Elizabeth, su hija, y fuera de la habitación porque le daba asco la baranda que quedaba y tenía que atender los asuntos de gobierno con semejante tufo. Cuando se acostaban, las ratas hacían tanto ruido detrás de las paredes que no los dejaban dormir. Miles y miles y no había forma de eliminarlas. Para poder sacarlas dejaban a los gatos y perros dentro del castillo, no solo como compañía y para demostrar su alcurnia. El problema es que los pichichos hacían sus necesidades dentro de las habitaciones. Por lo tanto cada 6 meses cambiaban de castillo para que los sirvientes pudieran limpiar la mugre. Como no había ni siquiera algo semejante a un desagüe, no pasaba un verano sin que la peste se llevara a mejor vida gran parte de la población. Ni que hablar de la viruela que si bien no siempre los mataba si les dejaba la cara totalmente deformada.
Ana Bolena cometió el grave error de no darle un hijo varón. Muy distintas hubieran sido las cosas si Elizabeth hubiera sido del otro sexo. Para su desgracia y sin muchos conocimientos de medicina, los tipos de sangre eran incompatibles, por lo tanto ni forma de que la pobre pudiera darle otro hijo. Que mejor que inventar algún amorío para sacársela de encima. Al menos tuvo la decencia de cortarle la cabeza con una espada en lugar de la típica hacha que para rebanarle el cuello a veces era necesario más de un golpe. O como hizo uno de sus cortesanos con el famoso Cromwell, mandó a emborrachar al verdugo durante toda la noche para que al día siguiente en lugar de un cuello viera tantos que no supiera a cual pegarle primero y el pobre tardara bastante más en morir; digamos que no lo querían.
A causa de la calentura de Enrique, Inglaterra dejó de ser Católica para convertirse al Protestantismo. Corrió mucha sangre pero el tipo era testarudo y cabezón. Quería un hijo a toda costa. Por lo tanto se enamoró, esta vez seriamente, como chico bueno tratando de sentar cabeza, lo cual no era fácil con todas las locas que querían vanagloriarse de que se habían acostado con el rey. Se casó nuevamente con Jane Saymour, fea si uno mira los retratos, pero en fin. Finalmente se dio el gusto, nació Eduardo quien lo sucedería en el trono, por poco tiempo porque era muy enfermizo y es a quien debemos la frase que se repite en cada casamiento: “En la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte nos separe”. ¿Se imaginan cuántos millones de veces se ha dicho esta frase desde el siglo XIV?
Para su desgracia, y otra vez a causa de la falta de higiene y los vagos conocimientos médicos, Jane falleció de septicemia. Era común que en lugar de dejar que la enfermedad siguiera su curso los locos estos no tenían mejor idea que hacerlos sangrar con la equivoca idea de que así iban a eliminar la enfermedad. En realidad lo único que lograban era debilitarlos tanto que no había forma de que se curaran.
En una de las justas que realizaban cada tanto Enrique cayó del caballo y se lastimó la pierna. De por vida le quedó una absceso que supuraba pus constantemente.
Decidido a pesar de todo a tener otro hijo debido a la mala salud de Eduardo, encontró la oportunidad en Anne de Claves. A Enrique le pareció un bicho feo, tanto que la llamo llamó la “yegua de Flandes”. Ordinario el tipo, pero para no decepcionar a ninguno y pensando en tener más hijos se casó igual. Se olvidó claro, que para poder tener hijos tenía que acostarse con la nueva reina. No pudo, así que entre los dos se pusieron de acuerdo y la mandó devuelta anulando el casamiento por no haberlo consumado.
A estas alturas Enrique ya estaba gordo, pesado, viejo y caprichoso. Pero todos le recomendaron compañía. Por lo tanto buscó a alguien más y fue el turno de Catalina Howard. Joven, más bonita pero tonta y enamorada de otro que ya había sido dado en matrimonio a alguien más. No era para menos, la pobre Catalina no pudo ni estar cerca del rey que a causa de la úlcera apestaba como un zorrino. Así que ni lenta ni perezosa se encamó con alguien más atractivo y menos oloroso que el rey. Otra que perdió la cabeza y sólo con 18 años de edad.
La última fue Catalina Parr. Ciertamente tenía una fijación con las Catalinas, 3 de 6 . Vivió con ella sus últimos 4 años. La pobre, que ya era viuda, sabia de su futuro. Abnegada y sin mucho que decir, en esa época hablar de más podía significar perder la cabeza, soportó su futuro con estoicismo. Cuidó de los tres hijos de Enrique y ayudó a Eduardo a ejercer su reinado a pesar de ser tan joven.
Enrique VIII murió a los 56 años, probablemente de gota y con indicios de sífilis.

¿Por qué me gusta la historia? Porque refleja lo que somos hoy día. Alguna similitud con la actualidad no es pura coincidencia.

5 comentarios:

  1. Uyyyyy las calenturas de los poderosos siempre nos a fastidiado a los pobres mortales ¬¬ en fin que como dices cualquier parecido.....

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  2. Tu post es excelente.

    Yo amo también la historia porque no creo en el tiempo...
    Por eso sé que estás hablando del pasado, del presente y del futuro, al mismo tiempo.

    Que el amor nos venga con buen aroma y cuellos fuertes.

    Un abrazo desde Cordoba.

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  3. excelente relato y me enteré de muchas cosas que sinceramente no tenía idea
    buenísimo amiga!
    tkm

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  4. Plas,plas,plas aplausos!!Me han encantado tu post porque me atrae muchisimo la historia de Enrique VIII y me has aportado alguna cosa que desconocía...

    Me ha hecho mucha gracia el tema de la falta de higiene...

    Cuando fui a Versalles nos contaron por ejemplo lo que comentas que se cambiaban de palacios para sanear un poco el ambiente...

    Y eso que se ve a veces que llevaban un pañuelo en las manos para saludar era un pañuelo perfumado para que la olor humana no fuera tan detestable...era más limpio el pueblo que se bañaban en los baños públicos...

    Y en las fiestas el rey hacía sus necesidades en orinales en algun rincon y luego un lacayo enseñaba los maravillosos excrementos a los invitados diciendo Su majestad ha hecho sus necesidades

    JAJA Bueno dicen que Isabel la Catolica no se bañó en la vida ...como podría aguantarse ella misma?

    JAJA

    eN fin que me ha encantado el post....felicidades

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se exilian y comentan...