domingo, 1 de noviembre de 2009

Papelon II

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Mi relación con la fuerza de la ley nunca fue significativa, más bien diría nula. La única vez que la policía me pidió los documentos fue, ya hace mucho tiempo, en la época de la dictadura por llegar muy tarde a casa. Tal vez por eso mi aversión, cuanto más lejos mejor.
Acababa de llegar el camión de la mudanza, y no es que hubiera muchas cosas, pero si cajas de cartón corrugado donde envolvimos lo poco que teníamos, aquello que no quisimos dejar atrás. Recuerdos, libros, ropa, que por supuesto no iba a servir con el calor que hace en Miami.
Nos estábamos empezando a preguntar qué íbamos a hacer con tantas cajas. Si bien los americanos usan el garaje para guardar porquerías en lugar de los autos, la acumulación ya era grosera.
Nuestro inglés todavía no era lo suficientemente bueno como para poder comprender exactamente lo que nos decían. Es como jugar al teléfono descompuesto, uno comprende ciertas palabras y saca sus propias conclusiones, generalmente equivocadas, con la consecuente carcajada cuando uno descubre lo que en realidad se quiso decir, solo que esta vez casi nos cuesta caro.
El barrio al que nos mudamos estaba aún en construcción. Frente a las casas sin terminar se encontraban enormes contenedores para tirar restos y desperdicios. Preguntamos en la administración del barrio qué podíamos hacer con las cajas. Entendimos que teníamos que doblarlas, ponerlas en una bolsa negra y que podíamos tirarla en uno de los contenedores. Como gente educada y siempre intentando cumplir con las nuevas ordenanzas juntamos alrededor de 7 u 8 bolsas grandes. Como no podíamos llevarlas todas juntas, y el contenedor más cercano estaba a la vuelta de la esquina, nos subimos al auto y fuimos llevándolas de a poco.
Hay que comprender también el momento en que a nosotros se nos ocurrió hacer esto. Unos quince días después de la caída de las torres en Nueva York. La gente estaba paranoica, veía árabes en todos lados, cualquier cosa sospechosa era instantáneamente reportada a la policía, cosa que a los americanos no les cuesta mucho, son unos buchones increíbles, lo cual, viéndolo a la distancia se comprende por qué, cuán importante es participar, no siempre hacerse el distraído como si las cosas siempre tienen que ser resueltas por los demás, el típico: “no te metas”.
Después de haber dejado el séptimo paquete y ya dispuestos a rebolear el ultimo, se nos acercó un automóvil de la policía. La agente, rubia, enorme y con las uñas postizas más largas que había visto en mi vida, se bajó y nos preguntó que estábamos haciendo.
―“Dejando la basura en el contenedor” ―contesté mientras observé al buchón asomar la cara por la ventana.
―“¿Usted sabe que esto está prohibido?” ―me preguntó la oficial.
Mis nervios me estaban traicionando, sería tal vez porque no me gusta la cana y menos mujeres. Mi inglés iba de mal en peor, las palabras salían de mi boca atolondradamente y casi sin sentido. La necesidad de demostrarle que no estábamos haciendo nada malo, a nuestra forma de ver las cosas, era imperiosa. Lo ojos de mi marido me pedían a gritos que me callara. No podía, seguí insistiendo en que la gente de la administración me había dicho que eso era lo que tenía que hacer y por lo tanto no era nada incorrecto. Hasta que largó la frase:
―“ I could arrest you!”―dijo en tono amenazante y como para que de una buena vez mi verborragia se terminara. Fue lo bastante persuasiva. Ya me imaginaba con las manos esposadas sentada en el asiento trasero de la patrulla, llorando y gritando mi inocencia.
No pude levantar los ojos del piso, como una criatura que en cualquier momento iba a ser enviada al rincón en penitencia. No salió de mi boca una sola palabra más. ¡Gracias a Dios! Finalmente mi marido pidió disculpas y dejamos la última bolsa en el garaje como para que la recogiera el basurero al día siguiente. ¡¡¡Habérmelo dicho antes!!!

2 comentarios:

  1. pero a que aprendiste después de eso...
    jejej

    beso loquis

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  2. pobre!!!que susto y que impotencia jajaj

    Me rio porque ya ha pasado la historia eeeh pero que agobio...

    Me recuerdas un poco a mi que si veo algo incoherente o que no creo justo no me callan ni debajo del agua aunque sea la poli....asi que menos mal que tambien tengo a mi marido superdiplomatico que tiene que poner las cosas en su sitio mientras con los ojos ruega que me calle....

    Hasta el punto que una vez le dijeron que como podía estar casado con una bruja como yo jajaja

    Bueno si a bruja le llaman decir cuatro cosas hablando sobre mis derechos ante la prepotencia por el cargo que tienen ....pues seré una bruja pero bueno ...con el tiempo intento aprender a decir las cosas más suavemente....

    Un beso un placer leerte por tu naturalidad

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se exilian y comentan...