domingo, 11 de octubre de 2009

A quien se le ocurre

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Pasan muchas cosas raras. Especialmente desde que nos mudamos a USA. El cambio por supuesto no ha sido nada fácil. También, a quien se le ocurre mudarse a Miami en Septiembre del 2001.
Tener un marido exitoso tiene su precio. Fue reubicado a Miami. La idea, maravillosa. Nos encantó la posibilidad de vivir como mi hermana que ya hacía quince años que se había mudado a USA. Se nota un poquito de celos no? En realidad siempre tuve hormigas en el trasero. Me gusta viajar, conocer lugares, aprender las costumbres, la historia, en fin, aprender. Debe ser ese gen que corre en mis venas, el que me impulsa a aprender, al conocimiento, o como diría mi marido el complejo de maestra ciruela.
Sigamos con la historia. Un caluroso martes por la mañana nos levantamos y nos dirigimos al salón del Marriot para desayunar. Dos típicas señoras afroamericanas, como dicen aquí, no hacían más que mirar el televisor. Era el día del trabajo. Si ya se, en Argentina es distinto, podríamos anotarlo como la primer rareza, además en el día del trabajo todo el mundo trabaja y podríamos anotarlo como la segunda.
Después de sentarnos y contemplarnos anonadados, típica cara de qué carajo está pasando, nos dimos cuenta de que un avión se había estrellado en una torre en Nueva York. Ups!!! Que boludo!!! Como no la vio? Se le debe haber roto algo no? Pobre gente. Y así todo el viaje hasta el banco de Weston a unos cuarenta minutos de viaje.
Las circunstancias eran totalmente distintas cuando llegamos. El televisor ya estaba en el medio del hall. La gente histérica y no era para menos. Se había estrellado otro avión en la segunda torre, un avión en el Pentágono y otro cerca de la Casa Blanca supuestamente derribado o digamos que el piloto fue un poco más torpe que los otros y no llego a destino.
Como describir la cara de la gente. Nosotros hacía sólo dos días que estábamos en Miami. ¡Justo ahora se les ocurre! Desesperación. Puedo recordar la cara de mi esposo. Incertidumbre total. ¿Y ahora qué hacemos? Se supone que en un mes estamos mudándonos para empezar una vida de progreso y tranquilidad. ¡Nos vamos a mudar a un país que va a estar en guerra! Y se nos vino a la mente las tan repetidas imágenes de los japoneses en Pearl Harbor, nada más que en lugar de tener los ojos estirados estos venían con turbantes. Ya estamos en el baile, pues no queda más que bailar.
Decidimos por lo tanto, poner todos los ahorros en el pago del depósito para comprar nuestra casa. Menos mal!!! Tardábamos un poco más y nos agarra el bendito corralito. Cuando alguien me dice que Dios no existe me rio. ¿Quién si no nos podría haber salvado del corralito?
¿Raro no? Finalmente pudimos tomar el avión de vuelta a BS AS para ir a buscar a nuestros hijos. El primero que salió de Miami después de 4 días de estar el aeropuerto clausurado. El vuelo anterior, el que hace escala en San Pablo no salió.
Creo que todavía deben estar manchados unos cuando asientos en ese avión. Espero los hayan limpiado. El susto era inmenso, se podía sentir, ver y respirar. Caras de pánico y ojos cerrados que no ocultaban la oración que se deslizaba suavemente por los labios.
Ocho horas de vuelo. Cuando salimos de suelo americano la cosa se distendió. Qué sentido tenía que estos locos tiraran un avión sobre el Atlántico, el Amazonas o Argentina ya con el tanque casi vacío.
Al menos tenemos algo que contarles a nuestros nietos. Las aventuras del abuelo y la abuela. ¿A quién se le ocurre?

1 comentario:

  1. conocía la historia pero me encantó la manera como la contaste, amena y realista.
    creo que ustedes van a tener mmuuucchhassssss historias para contarle a los nietos, pero para eso...todavía falta

    beso

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